viernes, 5 de febrero de 2010

ESTA SEMANA RECOMENDAMOS...


NAVARRO, Elvira. La ciudad feliz.

(...) Desde que con cuatro años llego a la ciudad, gozo de una libertad insólita para una niña. Lo único que tiene límite es el espacio para mis juegos: cuatro chaflanes y la mitad de una manzana. Al principio, cuando aún soy muy pequeña y sólo conozco a Julia, el padre y el abuelo de mi amiga, que tienen un kiosco, se turnan para vigilarnos. El abuelo, judío, al que algunas veces veo con un extraño gorro redondo y muy pequeño que le cubre la calva, se sienta en una silla frente al kiosco y desde allí da enormes gritos cuando nos perdemos de vista. Luego se une a nuestros juegos Chi-Huei, el hijo de los del asador asiático, y entonces el abuelo de Julia es ayudado en su vigilancia por el padre del chino, que se apuesta en la puerta del asador, blandiendo dos grandes cuchillos (...)
Disponible en las siguientes Bibliotecas.

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