La señorita Herminia tenía cuarenta años, doce brazas de lino, una caja con hilos de siete colores, dos agujas y un dedal de plata.
Sentada en la butaca de Manila, en la galería de cien cristales que mira a la mar y al poniente, la señorita Herminia bordaba rosas, peces, los cuatro vientos mayores y el barco que no volvía.
Una vez al año, al mediar abril, la señorita Herminia iba a llorarle al Cristo:
- ¿Cuando termino, Señor? Estoy cansada de bordar y bordar mi espera. Después se secaba las lágrimas, recobraba la compostura y volvía a casa.
¿A que os la imagináis? cosiendo en su casa, en una iluminada galería ¿no notáis el olor a mar?. En mi opinión es una historia magnífica de gente sencilla, con sentimientos complejos, un relato lleno de presencias mágicas, habitantes de mundos imaginarios en una cruda realidad.
Un texto poético y evocador, lleno de humor, regalo de Juan Farias.
Disponible en las siguientes Bibliotecas.
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